Blog de la Comunidad

Las presas hidroeléctricas atentan contra el derecho al agua y la soberanía alimentaria

La falta de acceso a agua segura, suficiente y asequible es una de las preocupaciones de los movimientos que luchan por la soberanía alimentaria. Una de las causas que impide que los pueblos gocen plenamente de este derecho es la privatización, que se da de formas y a escalas muy diversas. Entre ellas se puede citar el acaparamiento y la modificación de su ciclo natural, que deja a muchas regiones sin este recurso vital. Entre las responsables de modificar el ciclo del agua se encuentran las represas hidroeléctricas, muchas de ellas multinacionales, que operan bajo el amparo de gobiernos de todo el mundo.

Es por ello que, organizaciones como la Vía Campesina[1], exigen que los gobiernos garanticen los derechos “del agua” y “al agua”, ¿qué significa esto? Para lograr el acceso universal al agua, primero se debe respetar los derechos “del agua”, es decir, su ciclo y su integridad, dentro de todos sus usos. Entre sus usos se incluye la producción energética. El problema represas hidroeléctricas es que impiden que el agua vuelva a la tierra de forma natural y deja al ganado sin acceso a ella. Además, estos proyectos generan también la expulsión de miles de comunidades que, en el mejor de los casos, son reubicadas en terrenos que no tienen acceso directo a las corrientes hídricas. Esto sin considerar que, muchas de ellas se dedican a la agricultura y la ganadería como medio de vida (EUROVIA, 2012).

Según la ONU, el 40% de la población mundial sufre por la escasez del agua y es probable que esta cifra aumente debido al cambio climático. Cataratas del Iguazú, fotografía por Clara Páez

En México, el Movimiento de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos denuncia que, “las presas son uno de los instrumentos principales para llevar a cabo la privatización del agua, de la electricidad y de los recursos energéticos” (MAPDER, 2004). Según esta organización, los efectos de la construcción de este tipo de estructuras van desde el deterioro de las cuencas y la obstrucción de la recarga de los mantos acuíferos, hasta las alteraciones climáticas que se perciben en la actualidad. Además, recalcaron que sin acceso al agua y a la tierra la soberanía alimentaria es inviable.

Pero… ¿qué es la soberanía alimentaria? y, ¿por qué es tan importante?

La soberanía alimentaria es una alternativa la economía de libre mercado y a la globalización del sistema alimentario. Para el movimiento Vía Campesina (2013) es el “derecho de los pueblos, de los países o de las uniones de Estados, a definir su política agraria y alimentaria, sin dumping frente a países terceros”. Una de las principales condiciones es que sean los agricultores locales quienes provean de alimentos a sus poblaciones. Para ello, los mismos deben tener acceso a las tierras, a las semillas, a los recursos financieros y al agua en calidad y cantidad suficiente para todos.

Fue en el año 1996 cuando el concepto de soberanía alimentaria se instaló dentro del debate internacional. Bajo el liderazgo de la Vía Campesina, los participantes del Foro de Organizaciones de la Sociedad Civil elaboraron una declaración que llevó por título “Beneficio para pocos o comida para todos” (ONG Forum, 1996). De esta manera hacían una directa alusión a la propuesta de seguridad alimentaria dentro en la que las empresas de agronegocios acaparan los beneficios.

“La globalización de la economía mundial, junto con la falta de responsabilidad de las corporaciones transnacionales que imponen patrones de hiper consumismo, ha aumentado la pobreza en el mundo. La economía actual está caracterizada por el desempleo, los bajos salarios, la destrucción de las economías rurales y la ruina de las familias campesinas” (ONG Forum, 1996).

Estas organizaciones no dudaron en señalar a la industrialización agrícola como la responsable de la destrucción de medio ambiente y de estar “envenenando al planeta y a todos los seres vivos” (sic). Sostuvieron que la pérdida de la capacidad de producción por parte de las comunidades los colocaba en una situación de inseguridad aún más grave.

Las comunidades locales tienen la capacidad de producir alimentos saludables y respetuosos del medio ambiente. Cultivo de calavaza agroecológica en Mato Grosso do Sul, Brasil, fotografía por Clara Páez

Desde la instalación del modelo neoliberal de la globalización corporativa, los precios artificialmente bajos y el dumping constante hicieron cada vez más inviable la subsistencia de la agricultura tradicional. Como respuesta a esta problemática, la Vía Campesina propone gravar las importaciones demasiado baratas, de modo a que la producción local sea sostenible. Por ello, además de la participación activa de los pueblos para la definición de la política agraria, es necesaria una mayor presencia estatal para la implementación de medidas de control del mercado interno.

Además de abogar por la libertad de producción de alimentos, la soberanía alimentaria exige también que las poblaciones tengan la libertad de decidir qué comer, de conocer el origen y las formas en las que fueron producidas esos alimentos que compra. En el Foro por la Soberanía Alimentaria (2018) fueron definidos los seis pilares fundamentales de esta perspectiva:

  1. Alimentos para los pueblos como centro de las políticas. El alimento es más que una mercancía.
  2. Respeto al trabajo de todos los proveedores de alimentos y el apoyo a los modos de vida sostenibles.
  3. Reducir la distancia entre los proveedores y los consumidores. Rechazo al dumping y a la asistencia alimentaria inapropiada. Resistencia a la dependencia de corporaciones transnacionales.
  4. Control de los proveedores locales de alimentos, reconocimiento a la necesidad de compartir territorios y rechazo a la privatización de los recursos naturales.
  5. Promoción del conocimiento tradicional, la transmisión de estos saberes a las nuevas generaciones a través de la investigación y el rechazo a las tecnologías que atentan contra los sistemas alimentarios locales.
  6. Armonía con la naturaleza, rechazo al uso intensivo de energías de monocultivo industrializado y demás métodos destructivos.

¿Por qué la perspectiva de la seguridad alimentaria no resuelve el problema?

En la década de los 80 las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) inició una campaña para hacer frente al hambre mundial. Dentro de ese contexto surge la idea de que para lograr la seguridad alimentaria el camino más eficiente era el de fomentar mercados eficientes y sin trabas. De este modo, se garantizaría el acceso de la población a alimentos seguros, nutritivos y en cantidades suficientes para gozar de una vida activa y saludable (Robles, 2015, p.2). Las primeras interesadas en esta propuesta fueron las grandes corporaciones multinacionales de alimentos. Así, el concepto de seguridad alimentaria fue vinculado con la producción agrícola a gran escala, impulsando los monocultivos. En poco tiempo tanto la adquisición, como la distribución de alimentos a nivel global fueron acaparadas por monopolios empresariales (Uphoff, 2002; Schanbacher, 2010; en Macrae, 2016, p. 3).

De acuerdo con la FAO, la seguridad alimentaria consiste en el acceso de todas las personas en todo momento a los alimentos necesarios para una vida saludable. Esta conceptualización pasa por alto todo lo relacionado como la procedencia y las formas de producción de estos alimentos, por lo tanto, no deja lugar para el debate sobre la concentración de los bienes y de los medios de producción (Pimbert,2009, p. 43).

Las políticas alimentarias diseñadas desde la perspectiva de la seguridad alimentaria se basan en la asistencia directa y no han logrado solucionar el problema de la inseguridad alimentaria. El altar de maíz de los indígenas guaraníes, utilizado durante los rituales religiosos de sanación y rezos. Fotografía por Clara Páez.

Si se resume el problema del hambre a la insuficiencia de alimentos, entonces la solución es simple, aumentar la producción. Si existe una mala distribución de los alimentos, la respuesta es la liberalización de los mercados. A esto se le podría sumar la intensificación de la educación en nutrición, a través de la cual se puede moldear los hábitos y las preferencias alimentarias. Pareciera que con ello se soluciona el problema de inseguridad alimentario, sin embargo, se trata de una propuesta cuestionable por dos razones principales. La primera, por el alto costo ambiental del sistema de producción intensiva de los alimentos. La segunda, por la falta de respuesta a la demanda de los grupos campesinos locales sobre la democratización de los recursos productivos.

Que la responsabilidad de alimentar a las comunidades locales esté en manos de grandes corporaciones multinacionales puede agravar aún más la inseguridad alimentaria. Estas empresas generan una relación de dependencia al subsidiar e importar alimentos baratos en países pobres, o entregarlos de forma gratuita como asistencia alimentaria (Pimbert, 2009, p.43).

Es importante que los gobiernos prioricen a las comunidades al momento de aprobar y poner en marcha proyectos de infraestructura que modifican los ecosistemas y ponen en riesgo los distintos tipos de vida que habitan en ella, incluyendo a los seres humanos. Ningún país debería seguir sosteniendo un modelo de desarrollo que beneficia a unos pocos, mientras pone en riesgo la seguridad y la soberanía alimentaria de la mayoría.

 

Escrito por Clara Lorena Páez e Laisa Massarenti Hosoya

Referencias bibliográficas

EUROVÍA. (2012). La cuestión del agua es indisociable a la Soberanía Alimentaria. Coordinadora Europea Vía Campesina. https://www.eurovia.org/es/la-cuestion-del-agua-es-indisociable-de-la-soberania-alimentaria/

FAO. (2011). La seguridad alimentaria: información para la toma de decisiones. Guía Práctica. Programa CE-FAO. http://www.fao.org/3/al936s/al936s00.pdf

Foro por la Soberanía Alimentaria (2017). Declaration of Nyéléni. https://nyeleni.org/DOWNLOADS/Nyelni_EN.pdf

Foro por la Soberanía Alimentaria (2007). The Six Pillars of Food Sovereignty. https://foodsecurecanada.org/sites/foodsecurecanada.org/files/SixPillars_Nyeleni.pdf

MAPDER (2004). Declaración de Aguascalientes. Movimiento de Afectados por las Presas y en Defensa. https://www.fundacionhenrydunant.org/images/stories/biblioteca/derecho-a-la-alimentacion/Soberania_alimentaria_derecho_y_compromiso_de_los_pueblos_%20asociacion_nacional_de_mujeres_rurales_e_indigenas.pdf

NGO Forum. (1996). Beneficios para pocos o comida para todos. https://www.iatp.org/sites/default/files/Profit_for_Few_or_Food_for_All.htm

Pimbert, M. (2009). Mulheres e soberania alimentar. Revista Agriculturas: experiências em agroecologia, Rio de Janeiro, v. 6, n. 4, pp. 41 45.

Robles, W. & Veltmeyer, H. (2015). The politics of agrarian reform in Brazil: the landless rural workers movement. Palgrave MacMillan.

Schanbacher, W. D. (2010). The Politics of Food: The Global Conflict between Food Security and Food Sovereignty. Santa Barbara, Denver, Oxford: Praeger.

Uphoff, N. (2002). “The Agricultural Development Challenges We Face.” In N. Uphoff (ed.) Agroecological Innovations: Increasing Food Production with Participatory Development. London: Earthscan.

Vía Campesina. (2013). Que es la soberanía alimentaria. https://viacampesina.org/es/que-es-la-soberania-alimentaria/

 

[1] La vía Campesina es un movimiento internacional que defiende el derecho de las personas sobre sus territorios, semillas, agua y bosques. Sus luchas giran en torno a la soberanía alimentaria, apoyando a la agricultura campesina sostenible, la reforma agraria, las cuestiones de género y derechos humanos, la biodiversidad, as cuestiones de justicia climática y ambiental, entre otros. Más información en: https://viacampesina.org/en