Ha finalizado la COP 26, la principal reunión sobre cambio climático mundial que fue catalogada como la última oportunidad para hacer las cosas diferentes y salvar el planeta de la inminente extinción. La ciudad de Glasgow a inicios de noviembre reunió a los principales líderes de gobierno y delegados oficiales tomadores de decisiones para compromisos globales, pero a su vez miles de observadores y activistas se hicieron presente dentro y fuera de la COP 26 para exigir “justicia climática”.
Se esperaba que los líderes mundiales firmaran acuerdos y se comprometieron a frenar el cambio climático producido por el modelo económico actual, pero en la COP 26, lo que se discutió fue un cambio en la oferta y la demanda. Muchos países aprovecharon para ofertar sus bienes comunes para que las grandes empresas inviertan su capital.
Cuando digo cambio en la oferta y la demanda me estoy refiriendo a los acuerdos para la transición energética donde se busca ampliar el mercado eléctrico en materia de transporte llamado a su vez limpio por el uso de “energías renovables”. Los representantes oficiales del Abya Yala (América) presentaron sus estadísticas de la matriz energética reflejando los avances de transición de energías fósiles a hidroelectricidad como una gran victoria, pero en la COP 26 estuvieron representantes de las comunidades amazónicas de Brasil, Bolivia, Perú y Ecuador denunciando a los proyectos hidroeléctricos que han destruidos sus territorios.
Los discursos de los representantes de gobiernos estuvieron claramente sincronizados con estadísticas y conceptos que en la realidad no coinciden dejando al descubierto el poco interés que tienen en resolver la crisis climática mundial. Entre los acuerdos más importantes que se discutieron en la conferencia estuvo el de proteger el 30% superficie del planeta a partir de la declaración de reservas o áreas protegidas legalmente.
El gobierno de Panamá a través de su presidente Laurentino Cortizo Coen, hizo mención que se ha protegido el 33% del suelo continental y el 30% de la superficie marina colocando a Panamá como un líder mundial en protección ambiental. Si nos vamos a la realidad de las áreas protegidas en Panamá, encontraremos que permanecen desprotegidas con una baja intervención del gobierno para frenar las amenazas que reducen la cantidad de bosque y biodiversidad.
El ejemplo que ofrecemos de Panamá, se aplica a muchos de los países del Abya Yala, que otorgan proyectos extractivos dentro de áreas que han sido declaradas protegidas por ley; es decir que no hay garantía que los gobiernos del mundo puedan cumplir con ese acuerdo.
Afuera de la COP 26 miles de manifestantes se movilizaban cada día y destacaron la marcha convocada el 5 de noviembre por Fridays for Future y la marcha por justicia climática del día 6 de noviembre convocada por la COP Coalition que aglutinó a más de 100 mil personas colocando en la primera línea a las comunidades indígenas.
Estos eventos paralelos a la COP 26 hacían un contrapeso a lo que se discutía dentro de las zonas perimetrales, porque lograron reunir a las voces legítimas de los pueblos que han estado defendiendo el territorio e implementando acciones que frenan el cambio climático. Era común escuchar en los discursos de los representantes de las comunidades indígenas que solo representan el 5% de la población del mundo, pero protegen la mayor cantidad del bosque actual.
En ningún momento dentro de la COP 26, se discutió sobre la reparación a las víctimas que han sido asesinadas por defender el ambiente, ni mucho menos se hizo reconocimiento a los defensores y defensoras ambientales. Es por esto que es importante resaltar el papel de la COP Coalition que hizo posible generar los espacios para los diálogos entre los movimientos sociales y la sociedad civil interesadas en cambios profundos.
En mi opinión personal la conferencia de las partes ha fallado en el propósito de frenar el cambio climático y a la vez ha generado nuevas amenazas territoriales con su plan de transición energética limpia. Recientemente el Atlas de Justicia Ambiental en conjunto con el Observatorio de Minas Canadiense (Mining Watch) hicieron un lanzamiento de un mapa interactivo que muestra en el Abya Yala los proyectos mineros que son la base de la transición energética; es decir que el extractivismo como modelo de despojo que destruye a los pueblos y los territorios son la nueva solución de la conferencia de las partes.
Por: Jonathan González Quiel
Miembro de Somos Abya Yala y Dam Watch International