Tuve el privilegio de participar de la 26ª Conferencia anual de las Partes sobre el Clima de las Naciones Unidas (COP26) del 5 al 12 de noviembre. La COP es una conferencia única, ya que reúne a científicos, ONG y organizaciones de base, políticos y otras partes interesadas. En la COP26 acudieron aproximadamente 30.000 personas que representan a unos 200 países, con la esperanza de encontrar una solución a los problemas relacionados con el cambio climático a escala mundial. Fui elegida para asistir a la COP26 para ayudar a denunciar, ante personas de todo el mundo, que la hidroelectricidad no es la solución a nuestra crisis energética y que no debe considerarse una fuente de energía “limpia”. Las mega represas acarrean varios inconvenientes, como el impacto negativo en la ecología local y la vida marina, la producción de metano y toxinas en las fuentes de agua, además del impacto negativo en las comunidades indígenas. Como persona indígena Métis, para mí es muy importante denunciar los impactos que las infraestructuras hidroeléctricas tienen en las tierras y comunidades indígenas.
En la COP26, me reuní con personas de diferentes organizaciones fluviales y anti hidroeléctricas. Conocí a personas de Ámsterdam, Alemania, Estados Unidos y Chile, que estaban en la COP26 para difundir la verdad sobre la hidroelectricidad. Durante los cortos 5 días que estuvimos juntos, unos 15 asistentes nos unimos como grupo y compartimos historias de nuestros países de origen. Marchamos juntos por las calles de Glasgow con pancartas que abogaban por “Desembalsar la ONU”, hicimos una proyección de luces en un puente para concienciar sobre las mega-represas y organizamos mesas redondas para educar al público sobre los impactos de la hidroelectricidad.
Me resultó muy revelador que mucha gente se sorprendiera al conocer la mala relación de Canadá con los pueblos indígenas que viven allí. Pero a medida que compartía más sobre los problemas de los derechos de la tierra, escuché exactamente la misma historia de dos mujeres de Chile y de un activista medioambiental indígena de Estados Unidos.
En uno de los últimos días de la COP26, tuve la oportunidad de ayudar a hacer una declaración oficial a un miembro de las Naciones Unidas. La declaración era un documento informativo en el que se explicaban las repercusiones medioambientales y sociales de la hidroelectricidad y las mega represas y, en definitiva, se subrayaba por qué la hidroelectricidad no puede ser la solución a los problemas energéticos. La declaración fue firmada por 350 organizaciones diferentes de todo el mundo.
La experiencia de asistir a la COP26 fue algo que nunca olvidaré. Desgraciadamente, la conferencia me dejó con sentimientos encontrados. No se puede ignorar que el Pacto Climático de Glasgow fue, como mínimo, decepcionante. El Pacto Climático de Glasgow fue el resultado de dos semanas de debates y discusiones de políticos de unos 200 países sobre cómo afrontar el cambio climático. El documento apenas mantiene el futuro de 1,5°C y se cambiaron palabras como “eliminación progresiva” por “reducción progresiva”, lo que resta importancia al estado de emergencia en el que se encuentra el planeta. Es fácil observar la COP26 en su conjunto y ver que no es más que un evento de blanque ecológico al que asistieron los políticos para hacer creer que están tratando de proteger el planeta. Como representante de una ONG/organización de base, la COP26 fue mucho más para mí. Tuve la oportunidad de aprender de personas de todo el mundo y escuchar sus historias personales sobre cómo se han visto afectadas por el desarrollo de la mega sequía y el cambio climático. Me reuní con otros jóvenes activistas medioambientales y compartí historias sobre por qué debemos actuar ahora para salvar nuestro planeta. El ambiente en la conferencia era realmente una mezcla de temor por nuestro futuro, pero también de optimismo de que, si trabajamos juntos y escuchamos a los pueblos indígenas de todo el mundo, tendríamos la oportunidad de crear un futuro mejor para todos.
Quiero dar las gracias a Wa Ni Ska Tan, Dam Watch International, Save Our Rivers, Free Rivers Fund y a la Universidad de Manitoba por haber hecho posible mi asistencia a la COP26.
–Fiona Lebar